viernes, 30 de mayo de 2014

Permaneció de pie...




 Permaneció de pie, observando, mientras el  invitado se sentaba al lado de la mujer, se inclinaba sobre ella y comenzaba a besarla en la boca a la vez que separaba sus muslos, acariciándolos. Su mano huesuda iba avanzando lentamente con una caricia suave, calida, hasta desaparecer bajo la estrecha falda. La mujer se dejaba hacer tranquilamente, disfrutando de aquella mano suave y calida que se adentraba bajo la falda, hasta su interior, haciendo que se sintiese  excitada y deseosa. El movimiento de la mano del joven y el de las caderas de la mujer estaba perfectamente acompasados, interpretando un lento baile en constante sintonía. Si el joven aceleraba el ritmo, la mujer aceleraba su respiración hasta convertirla en sonoros jadeos, sus caderas subían y bajaban al compás que marcaba el joven. Después de unos minutos el ritmo se hizo tan frenético que la mujer no pudo o no quiso aguantar más, entornó los ojos y elevó las caderas a la vez que cerraba sus muslos con fuerza, atrapando en su interior la mano del joven, disfrutando de la oleada brutal que recorría su cuerpo rezumando placer por cada uno de sus poros. Después de aquello se incorporó, como si nada hubiera sucedido, se recolocó la ropa, tomó de la mano al hombre mayor y sin volver la vista atrás abandonaron el local.

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